Cuando hablamos de sexualidad en nuestro día a día suele venirnos a la cabeza la palabra “sexo”, haciendo referencia a las relaciones sexuales. De hecho, cada vez que le menciono a alguien que soy sexóloga siempre contesta con algo relacionado con ello. Sin embargo, la sexualidad es mucho más que eso, la sexualidad es VIDA y permanece a lo largo de toda ella.
Los humanos somos seres sexuados por naturaleza y la sexualidad de cada individuo está presente a lo largo de todo su ciclo vital, desde que nace, hasta que muere. El desarrollo sexual de cada persona dependerá de diferentes factores y abarca más cuestiones de las que podríamos llegar a imaginar. Cuando hablamos de menstruación, de reproducción, de amor, de orientación sexual, de caricias, de autoestima, de inseguridades, de deseo, de seducción etc. estamos hablando de sexualidad.
La sexualidad es una parte fundamental que tiene relación con las tres dimensiones que conforman al ser humano: lo biológico, relacionado con la reproducción; lo psicológico, conectado con los placeres, el deseo; y lo social, vinculado a la relación, el amor y la afectividad.
Los seres humanos tenemos la capacidad para decidir cómo expresar nuestra sexualidad y puede sentirse y expresarse de diversas formas: fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, comportamientos, roles y relaciones. Estas capacidades nos acompañan a lo largo de toda la vida y se experimentan de diferente manera debido a que están influenciadas por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales.
Por esta razón, cada persona vivirá su sexualidad de una forma única. Es necesario explorar desde la curiosidad y entender los diferentes factores que pueden influir en ella. Conocer nuestro deseo, nuestro placer, nuestras creencias etc. ayuda a construir/reconstruir una sexualidad que permita tener una vida sexual y relacional más satisfactoria.